Sabemos
que cultivamos la paciencia cuando
encaramos un retraso o una situación problemática sin quejarnos,
al establecer metas y compromisos con ellas
hasta alcanzarlas y sin dramatizar si algo escapa a nuestro control. Conseguiremos cultivar la
paciencia con otros cuando lo
hagamos primero con nosotros mismos.
Mindfulness
nos ayuda a prestar atención a nuestras impaciencias, a distinguir si nos
mostramos impacientes con nosotros
mismos, con los acontecimientos o con los demás. Nos invita a rascar la superficie para encontrar
nuestras resistencias. Al detectar en nosotros la impaciencia, conseguimos
contemplar la situación desde el observador, dejando que se posen en el
fondo las impurezas para que aparezca el agua clara. Con atención plena
podemos cultivar ahora la semilla de nuestra paciencia, no como una resignación
pasiva, sino como un profundo respeto a que la vida siga su curso. Recordemos que
la mariposa nunca llegaría a ser lo que es si no acepta su etapa de crisálida.
FUNDAMENTACIÓN
LA BURBUJA ROSA
EL TREN EN CLAMA